El malandro carioca
La figura del malandro aparece en Río de Janeiro a principios del 1900. Salve a malandragem!
¿Quién es el malandro carioca?
El malandro apareció en la capital carioca a principios del 1900, después de las persecuciones que diezmaron las maltas Guaiamús y Nagoas. Las maltas eran grupos de capoeira formados por negros y mulatos que utilizaban armas (principalmente navajas), surgieron como un acto de rechazo al sistema y a los abusos de la élite carioca.
La “dizimação das maltas” (una especie de plano de las UPP de la época) fue comandada por el jefe de policía Sampaio Ferraz, conocido como «Cavanhaque de Aço», después de la proclamación de república.
El malandro es el heredero de las maltas con el distintivo de que, así como las maltas usaban una estrategia de violencia, la del malandro es una estrategia de seducción. Estrategia que se refleja en su impecable modo de vestir y encanto.
Paulo da Portela, fundador de la escuela de samba Portela en Madureira decía que los negros se veían obligados a vestirse bien porque, ya que eran estigmatizados debido a su color, al menos, que no lo fueran también por su forma de vestir.
Romanticismo malandro
El estereotipo del malandro carioca está cargado de cierto romanticismo. Se presenta como un tipo carismático y simpático que vive en las áreas menos favorecidas de la ciudad. Vinculado al mundo de la samba, usa sombrero panamá, traje de lino blanco, camisa de rayas y zapatos de piel.
Siempre elegante y acompañado de una navaja en el bolsillo, es bohemio, vive de pequeños golpes y no confía en que el trabajo formal vaya proporcionarle una vida estable. La verdad es que no le atrae para nada la posibilidad de desarrollar un trabajo formal u honesto. Prefiere realizar pequeños delitos o confabular estafas con sus compañeros, teniendo así la impresión de éxito.
El malandro, gran conquistador, es sensible y sentimental, a la par que galante, caballeroso, y un amante celoso.
Los barones del suburbio
Se hizo famoso en Lapa, merodeó la Praça Onze, fichó en Estácio y peleó con navaja. Siempre de punta en blanco, la ropa bien planchada, dominando el arte de la retórica y derrochando encanto por las esquinas.
Con traje de lino blanco, sombrero de terciopelo y zapatos de piel de serpiente, el malandro carioca repondía a nombres que imponían respeto: Madame Satã, Camisa Preta, Sete Coroas y João Cobra. Todo ellos se volvieron sinónimo de delincuencia en el centro de Río allá por los años 10 y 20 del siglo pasado.
Con la aparición de las primeras “favelas”, los malandros pronto descubrieron nuevos territorios vírgenes en los que imponer sus leyes.
Benjamin Costallat fue uno de los primeros periodistas en subir a los morros de Río y escribir sobre sus personajes. Contaba que «A Favella” (actual Morro de la Providencia) era una ciudad dentro de la propia ciudad, donde imperaba la ley del más fuerte y la navaja, esa era la forma habitual de resolver los problemas.
Se refería a Zé da Barra, nordestino ducho en peleas y labia, era el que hacía y deshacía en «A Favella”.
Sin embargo, poco a poco el término malandro fue ablandándose hasta convertirse en sinónimo de picaresca, labia y astucia.
Fue ese malandro entrañable el que organizaba las fiestas en los morros cariocas durante los años 50, 60 y 70. La mayoría de ellos estaban vinculados a escuelas de samba.
Encanto entre esquinas y callejones
Puede que los nombres variaran, pero la fama de seductores y mujeriegos continuó siendo la misma. Algunos malandros se convirtieron en leyendas y son casi héroes en las historias contadas hasta el día de hoy.
Hoy en día, son pocos los que continúan engatusando y desfilando con elegancia por las callejuelas de las favelas.
Waldir Carolino, de 74, es un malandro a la antigua —Me considero un ciudadano astuto, que sabe vivir la vida. —comenta. Waldir fue fundador y presidente del Bloco Unidos do Cantagalo, cargo que desempeñó desde 1963 hasta 1983.
—Siempre me preocupé por ir de punta en blanco. Cuando entraba en la escuela de samba, la gente decía: «¡ahí viene el presidente! » Hasta la fecha sólo compro zapatos por encargo y trajes a medida. —bromea.
En palabras del poeta Chico Buarque: “—El malandro de hoy en día ya tiene esposa, hijo y hasta pertenencias.» Waldir es socio junto con su esposa de un quiosco de flores en Copacabana.
Zapatos de piel de serpiente
—Yo viví de cerca la época de oro de Waldir en Cantagalo y me quedaba escuchándole contar sus historias. Él supo aprovechar bien la vida, siempre bromeábamos diciendo que él era el último malandro. —cuenta Eidibal Neves, de 63 años, amigo de infancia y fundador, y compositor de sambas clásicas del bloco de Cantagalo.
En Salgueiro, reducto de samba en Tijuca, barrio situado en la Zona Norte carioca, los malandros se comportaban como si fueran aristócratas.
Jorge Casimiro, de 70 años, hijo de Casemiro Calça Larga, otra figura legendaria de los morros de Río; no duda a la hora de nombrar al mandamás de la favela en la década de los 60.
—Jorge Louro, ese era el hombre! Un negro fuerte, guapo que sólo vestía de lino blanco y usaba zapatos de serpiente. Era un gran bailarín y tenía amantes repartidas por todo el morro. Era un malandro auténtico pero en el buen sentido. —cuenta.
-Y modestia aparte, yo también siempre fui de punta en blanco. Hasta día de hoy, sólo voy a un samba con camisa de lino y pantalón blanco. Yo siempre me enorgullezco de llevar todo hecho a medida.
Labia y mano izquierda
Autor de la tesis “Malandros, marginais e vagabundos”, el sociólogo Michel Misse, estudió la evolución de la palabra “malandro” a lo largo del siglo XX y cuenta que sufrió su transformación más radical en la década de los 50.
—Fue cuando el malandro dejó de ser un delincuente para convertirse en el buscavidas, con labia y mano izquierda. Ese fue el malandro que inspiró a Walt Disney para crear a Zé Carioca. —explica.
Pero mucho antes, Noel Rosa ya había detectado ese cambio en la figura del malandro.
En una entrevista a la revista O Debate, en 1935, el compositor daba una pista sobre el paradero de ese nuevo malandro de bien: “—Echaron abajo el Morro do Castelo y la policía expulsó a los malandros de toda la vida y a sus amantes.
Sin embargo, el malandro no desapareció. Simplemente, se camufló para despistar a la policía junto con su amante. Ella utilizaba medias de seda y él, corbata y sombrero de paja.»
En los años 60 el malandro sufre una nueva transformación y baja de nuevo al asfalto.
—Todo el mundo podía ser malandro, el comerciante, el político, o el tipo listo de la esquina. Fue ahí cuando surgió el apelativo “marginal” para sustituir al de malandro. —explica Michel Misse.
Sin embargo, ya en los años 80 comenzó a utilizarse la palabra «vagabundo» que es una mezcla de malandro con marginal.
¡Ay de quién no respetase!
Desde los tiempo de Brancura do Estácio, compositor y flautista que ganó el apodo de sus amigos de Estácio debido a su preferencia por mujeres blancas en sus incursiones amorosas; el «malandragem» siempre estuvo próximo al mundo de la samba.
En el Morro da Babilônia en Leme, Zona Sur carioca, quien reinaba en las noches de los años 60 era un famoso passista (bailarín de samba) conocido como Ieié.
—Sólo ligaba él en el baile de Lair o en el Seu Justino. Era un tipo de la noche, super danzarín y que vivía rodeado de mujeres. ¡Casi siempre una rubia! Ese sí que era un malandro. Todo un personaje. —cuenta João Carlos, de 57 años, hijo de Joãozinho, del bloco Aventureiros do Leme.
Otra importante característica del malandro de favela era su forma de vestir.
En una entrevista para Favela tem Memória, Dona Maria, de 83 años, unos meses antes de morir, hablaba sobre el «malandragem» en el Morro do Cantagalo en los años 50 “—Los malandros de las favelas parecían doctores, siempre bien vestidos y extremádamente educados con los vecinos. Tan sólo su presencia era sinónimo de respeto. ¡Ay de quién no respetase!).»
En la Cidade de Deus, conjunto habitacional construído en la Zona Oeste de Río durante los años 60, el malandro era un personaje que no llamaba la atención.
—El Caetano no era extrovertido, era más bien misterioso. Fue diretor de la orquestra de la escuela de samba y muy querido. Aunque también tenía sus enemigos. —recuerda Vera Regina Barros.
Juerga, mujeres y alcohol
Con la muerte de Bezerra da Silva y Moreira da Silva, uno de los pocos malandros que conserva su identidad por encima de cualquier sospecha, es el sambista Carlos Roberto Oliveira, de 58 años.
Conocido como Dicró, nació y se crió en la Baixada Fluminense. Asiduo frecuentador de la Praia de Ramos (Zona Norte) desde los años 60, comenta: “—Malandro es el tipo que está a buenas con la vida, que se toma todo a risa y que no roba a nadie. —bromea Dicró, que grabó en 1995, junto con Bezerra da Silva y Moreira da Silva, el disco “Os Três Malandros”, una sátira a los tenores Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti.
—Siempre fui bohemio y sambista. Hay que saber divertirse hasta en un velorio. —alega.
Y para terminar de explicar todo el concepto de «malandragem», nada como las palabras del maestro Cartola, el gran compositor de samba del morro de Mangueira, situado en la Zona Norte carioca: “—Malandro es al que le gustan las peleas, las juergas, las mujeres y la bebida. Eso es normal. Ladrón, fumeta, jugador y delincuente, es otra cosa. De eso yo me averguenzo.»
Aquarela do Brasil
Es un cortometraje de dibujos animados americano lanzado por Disney en 1942. Su personaje principal, el malandro Zé Carioca, fue creado con motivo de «Saludos Amigos», el sexto largometraje elaborado por los estudios Disney.
En «Aquarela do Brasil», Zé Carioca, muestra la samba y la cachaça al pato Donald, que está visitando Brasil. Los ilustradores de la Disney viajaron hasta Río para documentarse, incluso el propio Walt Disney visitó la ciudad.
La producción de «Aquarela do Brasil» está relacionado con los esfuerzos de EEUU para reunir aliados durante la segunda guerra mundial (1939-1945).
Música malandra
• A Volta do Malandro (Chico Buarque)
• Praça 11, Berço do Samba (Zé Keti)
• O bom malandro (Salve a Malandragem!)
• Mulher de malandro (Angela Maria e Cauby Peix)
• O malandro era forte (Bezerra da Silva)
• Homenagem ao malandro (Chico Buarque)
• Malandro é malandro e mané é mané (Bezerra da Silva)
• Fotografía: J.M. Arruda